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Juan Delgado, mancebo español, huérfano de padre, de 15 años de edad, llevado por Juan Delgado, su tío -ante el señor don Tristán de Luna y Arellano, caballero de la orden de Alcántara, mariscal de Castilla, señor de la villas de Siria y Borobia y alcalde ordinario de México- dijo querer entrar a aprender el arte de dorador y estofador, con Nicolás Bautista, maestro, vecino. Y para poder otorgar escritura el alcalde le nombró por su curador ad litem a Diego de Ávila, procurador de la audiencia ordinaria, quien puso al menor por aprendiz del arte de dorador y estofador, con el maestro por tiempo de cuatro años que han de correr desde hoy día de la fecha, asistiendo los tres años y medio, como aprendiz y dentro de ellos se le ha de enseñar el arte de dorador y estofador, de manera que lo pueda usar por sí solo, y el medio año restante ha de trabajar Juan Delgado con Nicolás Bautista, pagándole lo que se acostumbra como oficial sin que se le pueda ir a otra parte hasta que sean cumplidos los cuatro años, durante los cuales el maestro le ha de dar de comer, vestir, hacerle buen tratamiento, curarle en sus enfermedades y al fin del tiempo un vestido de paño de la tierra fino, calzón, ropilla, ferreruelo, dos camisas, dos valonas, jubón, sombrero, medias, zapatos. Con lo que Diego de Ávila obligó al menor a que no se irá ni ausentará de la casa y servicio so pena de ser traído y compelido a que cumpla. Firmaron: el mariscal de Castilla, Diego de Ávila, Juan Delgado y Nicolás Bautista. Testigos: Marcos Pacheco de Figueroa, Ventura de Cárdenas y Melchor de los Reyes, vecinos. [En papel sellado.]